sábado, 27 de septiembre de 2014

V. Podría brillar.

Eres el más puro desastre, el gran desorden, aquello que nadie se aventura a comprender
y por eso te quiero 
y también te odio,
he intentado —Dios, si existe, lo sabe mejor que nadie— hacerlo, en días soleados y lluviosos,
pero es difícil, porque tú no te dejas
¿quizá piensas que no le pongo demasiado empeño,
o es todo lo contrario?
No lo sé,
me da miedo saberlo.
Me tenías y te tuve, ¿y ahora?
me tienes, pero no me quieres,
no te tengo y lo necesito.
Fuiste tú, que me hiciste creer que podría brillar si quisiera,
y fui yo quien quiso hacerlo, 
perdiéndote por el camino, cuando eso era lo que más miedo me daba,
es el precio de creer, de crecer.
Yo no quería crecer, 
sabía que te perdería si lo hacía,
y sin embargo tuve prisa, 
irónico,
catastrófico,
caótico,
como el desorden que habita(ba) en ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario